Avances

 La premisa del partido conceptual consiste en refugiarse del presente en un pasado idealizado. atravesar el sufrimiento de una modernidad alienante a través de la reivindicación de tiempos más simples, amenos. Partiendo de esta base, defini mi audiencia, Los dreamers. Consta de adultos jóvenes, críticos de lo contemporáneo y su falta de singularidad. Sienten que nacieron en la generación equivocada. Tienen una notoria avidez por lo distinto, lo inesperado y lo original. encuentran la mayoría de sus gustos estéticos y de consumo en modas descontinuadas o ajenas. La idea inicial fue buscar un producto Simple y familiar. Que esté descontinuado, o por lo menos obsoleto para el público general. Se contempló también la posibilidad de darle un giro moderno, creando algo como, por ejemplo, una palmerita o factura con agregados actuales como la nutella o la mantequilla de maní. Rápidamente se entendió que la búsqueda de darle un giro moderno no estaba alineada con satisfacer la necesidad principal del usuario , que es escapar de lo actual y lo moderno. El usuario es crítico de lo contemporáneo, pero cambiarlo no es su necesidad primordial. Gran parte de su personalidad se construye en base a rechazar lo moderno y abrazar lo obsoleto, indiferentemente de si lo que rechaza le desagrada realmente. El resultado final de esta instancia fue crear una reversión de las Turkish delight de Narnia. Les agregué dulce de leche, para aportar impronta propia y dotarlo de autenticidad. Son un producto no del todo icónico, de una película que se balancea en un limbo entre culto y olvido. Por más que se acerque a ser un clásico o sea un clásico, no tiene esa impronta en el inconsciente colectivo. Es un recuerdo que ,aunque oculto, no falla en llevarnos, a muchos jóvenes de hoy, a momentos de simpleza. Por más de que sea un producto de un contenido cultural, se mantiene distante tanto del nicho como del mainstream. Es lo suficientemente cercano y familiar para ser  vehículo a momentos pasados de simpleza y confort, pero lo suficientemente ajeno y original como para que el usuario sienta que ha descubierto algo. Y eso es lo que importa, que el producto y su trasfondo se divulguen de boca en boca. Que aprendan de él peer 2 peer. Eventualmente, aunque no la hayan visto, sus pares se lo van a hacer sentir. Luego de esto, ante el feedback recibido, plantee la siguiente pregunta. ¿Y si no vio Narnia?. Preocupado por estar disociando, volví a foja cero. Pensé en producir algo con formas de íconos del pasado, o generando algún tipo de interacción que arroje datos o efemérides de sucesos culturales pasados. Esa lectura sería muy evidente, sentirían  muy forzada esa búsqueda de conectarlos con el pasado. Y ahí sentí que el otro camino tomó aún más valor. Tiene que haber visto Narnia? No. El producto es llamativo, atractivo y distinto en sí, hayas o no visto la película. Y para suplir esa necesidad del usuario? Tampoco. Es un producto antiguo, de valor histórico, oriundo de medio oriente. ajeno a lo moderno, lo masivo y lo tradicional. Contiene sabores familiares para la audiencia, no asociables con consumo masivo. Su valor pasa por su descubrimiento, su estética original y atractiva. por la posibilidad de ser pionero en algo, de ser precursor. Por consumir algo lejano, atemporal, ajeno a modas y tendencias. Por recordar y ponderar el pasado, por encontrar valor en él. Y todo eso sin contar la referencia cultural evocativa para las generaciones de esta audiencia como lo es Narnia. La película en sí trata del viaje, del escape. Esta meta referencialidad, esta virtud y asociación del producto con el viaje y el escape justamente, sumado a lo mencionado, permite al usuario satisfacer su necesidad. Ya sea por uno o por otro, el usuario va a terminar encontrando el valor agregado que busca en su snack. Ese “statement” que anhela marcar, acá lo va a encontrar. 



                       Finalmente pude pasar lo que estuve ideando respecto al packaging a un producto visible y representativo de lo que quiero comunicar con él. Pero para explicarlo bien debe retrotraerme a los procesos que me llevaron a la instancia del snack en la que me encuentro ahora mismo. Luego de las iteraciones y de su ayuda logré avanzar más allá del producto relacionado a Narnia, amén de que me parecía interesante y relevante. Pero la senda que comenzaba en Her y desembarcaba en Narnia era ambigua, incitaba a la confusión.

-"Sé más claro", "no te encasilles en Narnia", "tu fuerza está en tu audiencia y en tu partido conceptual" fueron algunos de los mensajes que recibí como feedback. Decidí concentrarme en mis cimientos y fue ahí cuando me di cuenta que todo el proceso era circular, retroalimentativo. Todo empieza y termina en la simpleza. Tanto la búsqueda de mi audiencia, como lo que añora Theodore de su pasado, como lo que debo mantener yo como norte en esta búsqueda desafiante pero gratificante. 

Comencé a cuestionarme qué era lo que añoraba Theo del pasado. Entendí que no era el pasado en sí, sino los recuerdos de su ex pareja. Un recolección de eventos particulares del pasado, sensaciones idealizadas, rehenes de la nostalgia inherente a nuestra especie. Recuerda solo lo bueno. Así encamine la búsqueda de mi audiencia, y entendí que tanto ellos como el protagonista de la película se centran en este rechazo a la modernidad, a lo contemporáneo. 

Comprendí así que no hace falta que el snack sea precisamente del pasado, que basta con que se sienta del pasado, se sienta ajeno, se sienta lejano a lo cotidiano. Ellos no recuerdan el pasado con todas sus aristas y defectos, solo sensaciones positivas y particulares. Decidí hacer foco en esta noción, la de memoria selectiva. Encontré algunas frases que me ayudaron a visualizar y conocer mejor a mi audiencia. "Éramos felices y no lo sabíamos", "Eran tiempos más simples". Definí que estos usuarios tienen una visión infantil e idealizada del pasado. Rehenes de la patología nostálgica, generalizan y condensan el pasado en una imágen color sepia donde todo era más fácil, más simple. Quizá lo era, quizá no. Lo importante es que ni yo ni ellos lo sabemos. Y no les interesa. Buscan escapar de la complejidad de lo moderno a toda costa. Están ávidos de refugiarse , a través de sus consumos, en sitios y productos que evoquen sencillez, y que el resto los vea. Están en busca de lo analógico, lo casero, lo natural, lo ignorante de lo digital. 

Fue por esto que decidí producir este nuevo snack y este nuevo packaging. Ponderando siempre la simpleza y lo auténtico, lo sencillo y lo sincero.  Que lo clásico y lo inmortal del queso y el dulce les lleven a un espacio de paz y de recuerdo, pero que también les hagan sentir autenticidad y originalidad, y se distancian de los productos clásicos de consumo masivo. Decidí hacer que el packaging sea para compartir. Primero pensé hacerlo individual, por unidad, ya que imaginé al usuario consumiendolo en soledad, procesando todo. Luego entendí que era fantasioso, y que el paquete por unidad ignoraba una necesidad muy importante de mi audiencia. El consumo por unidad es efímero, y limita las posibilidades de compartirlo y de volverlo una experiencia donde se pueda compartir el snack y mostrar y explicar el por qué de su consumo. Utilicé colores pastel, que ilustren sencillez y pasado. Decidí mantener un diseño sencillo, sin grandes detalles. Incluso coqueteando con la improvisación, en vistas de contraer una imagen cercana a lo casero, a lo auténtico, a lo hecho-a-mano. Busque dar una imágen poco llamativa, que no resalte demasiado. Suena contradictoria la búsqueda de evitar llamar la atención, pero es menester mantener a la audiencia lejos de la sensación de target para consumo masivo. Una vez se sientan apuntados por el status quo o el mercado de consumo, la construcción de una identidad y un producto simple será muy cuesta arriba. 


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